Se ha convertido en un mantra plantear la fiabilidad de internet para encontrar respuestas e información veraz. El que se pierde y no encuentra lo que busca achaca al marasmo de páginas la ausencia de un sello de calidad que certifique su credibilidad. Algo así como que si no lo dice el telediario del mediodía es que no puede ser verdad. No me refiero a páginas donde te venden un ungüento que te devuelve el crecimiento del cabello y a la vez te cura un cáncer; hablo de noticias que nos afectan a todos y en todos los órdenes, desde la guerra por el petróleo al terrorismo (el legalizado y el otro), desde la quiebra del sistema económico al cambio climático.
Lo que se nos viene encima es mucho e internet es y se presenta como el eje de todo. Distinguir la verdad de la mentira hace tiempo que dejó de estar en manos de los medios. La realidad falseada e interesada que nos presentan contrasta con la bacanal en la red de versiones de un mismo hecho, de bulos y contrabulos, de datos ciertos y opiniones sin sentido. Y entonces te preguntas ¿con cuál me quedo cuando lo único seguro al final es la duda? ¡Con la duda!, claro está, el primer paso para relativizar la verdad, para desprogramarse, desaprender. Dudar y sospechar, bienvenidas sean.
La curiosidad se supone innata con el ser humano, la sed de conocimiento, internet te la mitiga y a la vez la alimenta, hasta ahogarte si te descuidas. Sin embargo, en todo este proceso se tiende a olvidar una cosa, quizás la más importante: ¿pero la gente quiere saber?
En la antigüedad los ciudadanos eran tratados como esclavos sin que estos interiorizaran su estado de explotación, incluso morir por el amo era tenido por el mejor de los sacrificios. Ahora lo sabemos, ¿lo sabemos? Ahora ya no hace falta construir una pirámide, ni una muralla, basta con crear hipotecas a 30 o 40 años. La ignorancia es felicidad. No todo el mundo quiere o puede asumir el costo que significa ver cómo se tambalea toda su visión de un mundo tejido desde la protección y seguridad que inocula la "versión oficial".
Internet no es el problema, es el ying y el yang, el problema es de quién no quiere saber por temor a encontrarse con algo que no le guste. Así que recordemos el dicho: "si te engañan una vez la culpa es de ellos, si te engañan dos veces la culpa es tuya, si te engañan durante años lo tuyo pasa de castaño oscuro".
jueves, 21 de febrero de 2008
Querer saber
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