"Debería haber un gran almacén de arte en el mundo al que el artista pudiera llevar sus obras y desde el cual el mundo pudiera tomar lo que necesitara". Vaya frase, seguro que es de algún pirata de internet, algún activista con greñas que todo lo quiere gratis, sin trabajar, uno de esos utópicos que viven en las nubes. Pues no, es de Ludwig van Beethoven y sus palabras recorren desde hace años la red como preámbulo de lo que puede significar internet para difundir el conocimiento.
¿Entonces, esto quiere decir que el autor debería regalar sus obras sin pedir nada a cambio? Por supuesto que no, el autor debe cobrar, como todo el mundo, por su trabajo. Lo que no se puede es confundir derechos de autor o propiedad intelectual con las industrias que comercian con las creaciones de éstos, ni con las gestoras que dicen representar a todos ellos.
¿A todos? La SGAE tiene 66.000 socios de los que sólo 7.691 tienen derecho a voto debido a unos estatutos que son de todo menos democráticos. Solo pueden votar los que más venden, los socios más conocidos y los editores de las grandes compañías, de modo que "hay socios que llevan 30 años y no pueden expresarse porque no venden lo suficiente" afirma Luis Cobo "Manglis", quién junto al también músico José Antonio Prieto son las cabezas visibles dentro de la sociedad contra la dirección vigente. Por cierto, Prieto tiene una "canción topo" creada y ejecutada por él, declarada en la SGAE, y por la que, asegura, "no ha cobrado nunca nada, pese a interpretarla durante años en múltiples actuaciones". El asunto lo tiene en tribunales.
Hoy jueves deciden en el Congreso sobre el canon. Ya hay quien sospecha que las posibles rebajas y matizaciones no sean más que una propina al internauta con la que desviar la atención sobre el grueso de la ley que incluye, no sólo el debate sobre el maldito impuesto, sino además, la vigencia de la actual ley que ampara el libre intercambio de archivos y la copia privada (nunca será suficiente repetir que es legal si no hay ánimo de lucro y esto se expresa tanto en la Constitución como en el Código Penal) y por último e igual de importante, la potestad de cerrar páginas por parte de estamentos no judiciales.
El millón y medio de votos sigue adelante y la cultura tiene en sus representantes oficiales sus peores enemigos.
imagen: compartiresbueno.net
jueves, 20 de diciembre de 2007
Millón y medio de votos (y II)
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