martes, 17 de julio de 2007

Calixto Bieito

Bieito representa como pocos esos artistas que son tomados por provocativos sin quererlo. Director escénico, sus montajes siempre van precedidos del escándalo y sus detractores rara vez entran en la chicha y se contentan con la banalización de la superficie. Y él, por más que repite que el escándalo le aburre, no puede quitarse la etiqueta de encima.
Estas cosas llenan los teatros, de acuerdo; bueno para la empresa, bueno para los artistas y bueno para el público que así tiene algo para polemizar.
A mi me gustaría que se distinguiera que la provocación no está en la imagen sino en los ojos de quien lo mira.
Los días pasados en Berlin fuimos a ver su "rapto del serrallo" de Mozart, y poco me importó que salieran pechos, penes, sangre o sadomasoquismo. Yo solo veía la puesta en escena con imágenes de hoy, del sexo, el amor, la pasión, el poder, la incomunicación y la muerte. Vamos, los temas de siempre. Puñetas, cualquier telediario es mucho más obsceno.
Estos días está en Mérida con el montaje de "Los Persas".


"El rapto del serrallo" de Mozart, por Bieito.

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