Bieito representa como pocos esos artistas que son tomados por provocativos sin quererlo. Director escénico, sus montajes siempre van precedidos del escándalo y sus detractores rara vez entran en la chicha y se contentan con la banalización de la superficie. Y él, por más que repite que el escándalo le aburre, no puede quitarse la etiqueta de encima.
Estas cosas llenan los teatros, de acuerdo; bueno para la empresa, bueno para los artistas y bueno para el público que así tiene algo para polemizar.
A mi me gustaría que se distinguiera que la provocación no está en la imagen sino en los ojos de quien lo mira.
Los días pasados en Berlin fuimos a ver su "rapto del serrallo" de Mozart, y poco me importó que salieran pechos, penes, sangre o sadomasoquismo. Yo solo veía la puesta en escena con imágenes de hoy, del sexo, el amor, la pasión, el poder, la incomunicación y la muerte. Vamos, los temas de siempre. Puñetas, cualquier telediario es mucho más obsceno.
Estos días está en Mérida con el montaje de "Los Persas".
"El rapto del serrallo" de Mozart, por Bieito.
martes, 17 de julio de 2007
Calixto Bieito
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